África Marruecos

Marrakech día 2

en
19 diciembre, 2017

Este segundo día no madrugamos demasiado, así que apuramos la hora del desayuno para bajar al patio del riad. El desayuno está compuesto por pan tradicional marroquí (aunque también nos ponen pan comercial), frutas, café y/o té, mantequilla, mermelada y miel.  Dependiendo del día varían un poco, con bizcochos, yogures, etc.

Ponemos rumbo al Jardín Majorelle. El trayecto es de media hora andando, más o menos, por lo que si no quieres pegarte la caminata (en verano igual no es muy agradable) puedes tomar un petite taxi. Los jardines son obra de Jaques Majorelle, quien se mudó a Marruecos en 1917 para recuperarse de unos problemas de salud. En 1923 adquiere unos terrenos donde monta su casa taller y va poblando el jardín de especies exóticas que trae de sus viajes por el mundo. En 1937 crea el azul Majorelle, un azul cobalto con el que pintará toda la propiedad. Resulta muy agradable el contraste del azul Majorelle con el del rojo que impregna el resto de la ciudad. Hoy en día incluso puedes adquirirlo en una de las tiendas de los jardines. A principio de los ochenta Yves Sain Laurent y Pierre Bergé, admiradores de la obra de Majorelle, adquieren la propiedad para restaurarla. Una fundación se ocupa hoy en día de su mantenimiento y del Museo Islámico de Marrakech, que ocupa la antigua casa de Jaques. La entrada cuesta 70 dirhams, o 35 si cuentas con carnet de estudiante.

Aprovechamos para andar un poco por la zona nueva, Gueliz. Recibe este nombre por una iglesia (que es lo que significa gueliz) que aun se encuentra en el barrio. Las anchas avenidas dan forma al barrio, y las tiendas internacionales pueblan sus calles. También es más barato para comer, ya que los turistas no suelen visitar la zona. Elegimos Mama Africa, un local joven con música reggae. Destaco el Mama Poulet, un cuenco con verduras, frutas y pollo, la tapa de queso y los batidos de zumos. Por menos de 7€ comes y tomas un batido de postre (fue el restaurante que más nos gustó de todo el viaje).

Ponemos rumbo al centro pasando por el Ensemble Artisanal. Este pequeño mercado tradicional reúne en un mismo edificio muchos de los productos artesanales que puedes encontrar en el zoco. En teoría el precio no se negocia, aunque algún tendero te ofrecerá un descuento si ve que te vas sin comprar nada. Los precios son un poco más altos de lo que puedes conseguir en el zoco, pero a cambio tienes la posibilidad de poder ver los productos sin que te atosiguen y te haces una idea del precio.

Ahora empieza el momento relax. Empezamos por un hamman. Un hamman es un baño árabe público, separado por sexos, que también ejerce como lugar de reunión político y social. Aunque los hamman preparados para los turistas se asemejan más a un spa occidental. Elegimos el Spa Isis, aunque ojo, google maps lo sitúa mal y nos tuvo 20 minutos dando vueltas. Derb dabachi, derb jdid N°12 es la dirección que debemos poner en maps para llegar. En la recepción nos recibe la dueña. Elegimos el paquete de parejas con masaje de media hora, que sale por 650 dirhams la pareja. Nos ofrece un té de menta y luego nos hace parar a una sala donde nos cambiamos. Te facilitan albornoz y zapatillas, y si no tienes también te dejan un bañador de usar y tirar. El tratamiento empieza en el baño turco, donde después de echarte agua por todo el cuerpo te enjabonan con jabón negro, un jabón típico de las regiones árabes. luego te aclaran, y te exfolian con un guante kessel. Otro aclarado y tratamiento con aceite de argán. De ahi a la terraza del spa a relajarse con agua fría, que viene muy bien después de estar todo este tiempo en el hamman. Luego viene el masaje de media hora (o una hora si elegimos la opción de 850 dirhams). Tanto los tratamientos como el masaje los recibimos juntos, pues tenemos a dos masajistas solo para nosotros. En total es una hora y media la que pasas allí, pero te aseguro que es de lo mejor que se puede hacer en Marrakech, y genial de precio en comparación España.

Relajados ponemos rumbo a La Mamounia, uno de los hoteles más lujosos de África. El complejo es espectacular, destacando sus ocho hectáreas de jardines. En la entrada tienes que pasar por un detector de metales (si entras directamente al bar, no para huéspedes) y accedes a un patio que da entrada al bar. Allí dispones de varias mesas para tomar algo mientras te deleitan con alguna de las actuaciones en directo de las que suelen disponer. Cuando fuimos nosotros había una banda de jazz tocando. Los precios son acorde al hotel: un café unos 7€ o una coca cola 8€. Al igual que el spa, otra experiencia que no te debes perder en Marrakech.

Toca cenar, y optamos por repetir en Mabrouka. Esta vez nos decantamos por bocatas, pero las pizzas salen ganando claramente. Después de la cena pasamos por la pastelería La Patisserie des Princes, una de las mejores de la ciudad. Tanto los pasteles como las pastas están increíbles, y además te preparan pequeñas cajas para que puedas llevarlos de regalo para la vuelta. No se me ocurre un «souvenir» mejor.

Paseamos por la plaza y nos retiramos a nuestro riad, mañana empieza la ruta por el desierto!

 

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