Despertamos temprano, nos preparamos y bajamos a desayunar. Es algo caro, 500 THB por los dos, pero así nos ahorramos el buscar otro lugar donde desayunar. Después de unos huevos con bacon, jamón, salchichas y un café (cargado cargado) nos dirigimos al Palacio Real. Hemos quedado en la entrada principal con Iván.
Aunque la entrada cuesta 500 THB no vemos ningún sitio donde pagar y entramos libremente. Nada más entrar nos encontramos con los murales del Ramakian, que ilustran las dificultades que afrontó el rei Rama I para rescatar a su esposa Sita. La entrada al recinto interior está custodiada por una pareja de yaksha, unos gigantes míticos.
En el santuario central o bòth se encuentra el Buda de Esmeralda. A la derecha del templo se encuentran las agujas de las tres chedis principales.
Salimos del templo y continuamos con el Wat Po. En el santuario principal destaca el colosal Buda Reclinado. Es una estructura de 46 metros de longitud y 15 de alto que está recubierta de pan de oro. Al dar la vuelta al Buda se pueden comprar 108 monedas por 20 THB, que se deben depositar en los 108 recipientes de bronce que nos encontramos. Con ello «atraeremos» a la buena suerte.
Dejamos el templo y entramos al complejo central, donde encontramos las chedis reales. El gran santuario central o Phra Ubosot contiene el Buda Phra Buddha Deva Patimakorn. A la salida del templo atravesamos una galería con estatuas de Buda.
Ya empezamos a tener hambre así que caminamos hasta Chinatown, conocida aquí como Yaiwarat. Damos una vueltar or las calles comerciales y nos decidimos por el restaurante Hua Seng Hong. Comemos bien y barato: tres variedades de dim sum y un par de platos de pato con arroz por menos de 600 THB. Nos queda por ver Wat Arun, así que nos dirigimos a la otra orilla del río, pero cruzando primero por Little India. Llegamos hasta el Palacio Real y vamos a un embarcadero para tomar el barco que nos cruce la orilla. El precio es de 4 THB y en unos minutos llegamos al Wat Arun.
El tercer gran templo de Bangkok recibe este nombre en honor al dios hinduista del amanecer (Aruna). El templo simoliza el monte Meru, de la mitología hindú, y aquí se encontraba el Buda de esmeralda antes de que lo llevaran al Palacio Real.
En vez de regresar directamente a la otra orilla, contratamos un paseo en longtail que nos da un paseo por los canales de Bangkok. Dura una hora y nos cobran 500 THB.
Pasamos por el hotel a darnos una ducha (aunque es enero sigue haciendo calor y la humedad es alta) y nos dirigimos a cenar al Thip Samai Pad Thai. Había leído en varios blog que aquí se comía el mejor pad thai de Bangkok, pero cuando vi la cola para coger mesa supe que no iban desencaminados. Después de más de media hora de cola nos sientan y nos entregan la carta. Pedimos el pad thai especial recubierto con huevo y unos zumos de naranja. Los zumos vienen embotellados y los produce el mismo restaurante. El precio varía por día y aunque caros, 180 THB la botella grande, merecen mucho la pena. Pero la estrella del restaurante es el pad thai.
Este es un plato realizado con una base de tallarines de arroz con huevos, salsa de pescado y pasta de tamarindo. Está buenísimo, y pone el listón muy alto para el resto de la comida del viaje. Cuatro pad thai y cuatro zumos nos sale por 1030 THB.
Para acabar la jornada vamos a tomar una cerveza al Adhere The 13th Blues Bar, donde todas las noches podemos encontrar música en directo. Tomamos una Phuket beer mientras que escuchamos a un grupo que suena pero que muy bien.
Son ya las 00:00 y llevamos en pie desde las 8:00, así que toca retirada. Mañana toca volver a coger un avión, a ver si tenemos menos sorpresas.