África Marruecos

Marrakech día 1

en
29 noviembre, 2017

Empezamos nuestra estancia en Marrakech con un tour contratado con civitavis. Nuestra guía es una señora marroquí que a lo largo de 5 horas nos enseñará la medina de la ciudad imperial. Nos recoge en la plaza y empezamos  visitando los muros de la medina. La medina se refiere al barrio antiguo de la ciudad, tradicionalmente amurallado. En la medina solían estar la mezquita mayor, la madrasa o el zoco.

Seguimos hasta la principal mezquita de la ciudad, la Koutoubia. Del siglo XII, su nombre significa “mezquita de los libreros” debido los numerosos puestos de libros que rodeaban la construcción. De estilo almohade, su minarete marca el techo de la ciudad con 69 metros. Está prohibido edificar por encima de esa altura en la ciudad. Además este minarete sirvió de modelo para el alminar de Sevilla, aunque el tercio superior de la Giralda fue un añadido posterior por parte de los cristianos. El acceso está vetado para los no musulmanes, como casi todas las mezquitas de Marruecos.

Nos dirigimos ahora hasta las Tumbas Saadíes. Cuando una nueva familia comenzaba a gobernar destruía los edificios construidos por la anterior dinastía, para que solo recordasen sus logros. Como consideraban que destruir un cementerio daba mala suerte lo que hicieron los alauitas con las tumbas saadíes fue encerrar el complejo entre muros. Fueron los franceses quienes lo descubrieron y abrieron al público en 1917. Las tumbas datan del siglo XV y contienen los cuerpos de los guerreros y sirvientes de la dinastía saadí. El mausoleo principal contiene el cuerpo del sultán Ahmed al-Mansur y los de sus hijos. La entrada cuesta 10 Dhs y es uno de los imprescindibles de Marrakech.

Nota histórica

Los saadí fueron una dinastía árabe que gobernó Marruecos entre los siglos XVI y XVII. Los saaitas comienzan a gobernar la parte sur de Marruecos en 1509, y en 1554 ya gobiernan todo el territorio de Marruecos. Se proclamaban jerifes, descendientes de Mahoma. Sus enemigos intentaban denigrar el nombre de la familia al decir que la familia desciende de Halimah Saadiyya, nodriza de Mahoma, y no de Fátima Zahra, como la familia afirma. Su máximo apogeo se vive con Ahmed el-Mansur, constructor de las Tumbas Saadíes y del Palacio Badi. A su muerte empieza la decadencia de la dinastía, hasta que en 1659 pierden el poder frente a la dinastía alauí, actual gobernante del país.

La siguiente visita es la del Palacio Bahia. El palacio es del siglo XIX y fue mandado construir por el gran visir   Abdelaziz Si Moussa. El nombre del palacio significa el palacio de la favorita, y la favorita no era la esposa que más amaba, sino la que le dio a su primogénito. El palacio cuenta con un patio que daba acceso a las habitaciones de sus cuatro esposas, y con el patio de honor, donde se encontraban las habitaciones de las 42 concubinas. Las concubinas tenían igual rango, dando igual su clase social o su familia. Eran quienes realizaban los bailes para el gran visir, y de su primera actuación dependía, en gran medida, su futuro en el palacio. La entrada cuesta 10 Dhs y, aunque no cuenta con mobiliario, expoliado por su familia y el sultán a la muerte del gran visir, merece mucho la pena.

La última visita de la mañana es la Medersa Ben Youssef.  Una medersa, o madrasa, es una escuela superior de estudios musulmanes. Fue construida en el siglo XVI para dar servicio a los estudiantes de la mezquita contigua. El sultán Abdallah al-Ghalib fue quien la mandó construir y decidió que llevara el nombre de Ben Youssef, al igual que la mezquita, quien fue un emir del siglo XII que gobernó el imperio almorávide. La medersa cuenta con 130 celdas, que permitían alojar a 900 estudiantes. Una sensación de agobio nos entra al pensar en cómo sería compartir una celda en la época de calor… La entrada también cuesta 10 Dhs.

Paramos a comer cerca de la plaza, en Mabrouka. Tienen comida tradicional, pero destacamos los zumos de frutas y las pizzas. Además es muy asequible (comemos por menos de 3€ persona).

Después de comer dedicamos la mayor parte de la tarde a visitar el zoco. El zoco es un gran mercado tradicional, que suele estar agrupado por gremios, en el que podemos comprar de todo. Es muy fácil perderse, porque todas sus calles parecen iguales. Nosotros lo hemos visitado varias veces y recomendamos visitarlo por la mañana, ya que no resulta tan agobiante. En Marruecos el regateo es ley. Los precios nunca son fijos, y toca negociar con los tenderos para sacar un mejor precio. En muchos sitios recomiendan pagar un tercio de lo que inicialmente os pidan. Mi experiencia personal es que pienses, antes de ponerte a negociar, cuánto crees que vale el producto y pagues en torno a esa cantidad. Y no te agobies, lo mismo que te gusta en una tienda lo vas a encontrar en 20 tiendas más. Como ejemplo: mi novia quería un bolso. En las diversas tiendas en las que preguntó le pidieron entre 350 y 500 dhs. Acabó comprándolo por 200. 

Llevamos nuestras compras al riad y paramos a cenar muy cerca de éste, en la Table du Palais. Este restaurante cuenta con varios menús en el que decides qué platos vas a querer (entrante, principal y/o postre) y pagas acorde a esto. La comida está muy buena y el servicio es exquisito.

Para rematar la jornada volvemos a la plaza Jemaa el Fna. Representa el eje de la medina, y sufre una gran transformación entre el día y la noche. Por el día vemos vendedores ambulantes, domadores de serpientes,… pero por la noche se revoluciona. Un montón de puestos de comida ocupan el centro de la plaza, y es imposible cruzarla sin que 20 personas te intenten convencer de que comas en sus puestos. También destacan los puestos de zumos (imprescindible tomarse un zumo de naranja) y los conciertos improvisados. Subimos a la terraza del Le grand balcon du café glacier para tomar un té de menta y contemplar tranquilos como transcurre la noche en la plaza antes de retirarnos a dormir. Mañana será otro día.

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