Las 10 mejores cosas que hacer en Gruyères
Guryères es un pequeño pueblo medieval considerado como de los más bonitos de Suiza en todas las guías. Y no es para menos, su arquitectura medieval y sus paisajes de cuento hacen que se convierta en una de nuestra visitas preferidas en Suiza. Se encuentra en el cantón de Friburgo, a tan solo 40 km de la ciudad homónima.
El nombre de Gruyères proviene de la grulla (grue en francés), pero ha quedado inexorablemente unido al queso gruyère. Este queso solo se produce en la zona, y goza de la protección de ser Denominación de Origen Protegida (AOP en francés).
La carretera conduce casi hasta la entrada del pueblo, donde encontramos un aparcamiento gratuito. Dejamos el coche y ya podemos empezar con nuestra rusta de cosas que hacer en Gruyères.
Recorrer la rue du Bourg
Y es que esta calle es la que nos lleva del aparcamiento hasta el pueblo. En la entrada nos encontraremos, a la izquierda, con la oficina de turismo y, a la derecha, con la torre Chupia Barba. Aquí se interrogaba a los presos, y una de las técnicas de tortura era quemar las barbas de los reclusos, de ahí el nombre de la torre.
Más adelante, a mano izquierda, se encuentra una de las puertas antiguas de la ciudad, Belluard. En su frontón están representados Claremboz y Bras de Ferde Villars sousMont, dos guerreros que resistieron el asalto de Berna «solos» hasta que llegó la ayuda. Si cruzamos la puerta tendremos una bonita vista de las murallas y las torres defensivas con las montañas nevadas de fondo.
Volvemos a la calle, cruzamos la fuente y llegamos hasta una piedra alargada con diferentes huecos. Son las llamadas Medidas Antiguas, donde se media el grano antiguamente. Poco más adelante encontramos L’Auberge de la Haulle, un local que servía como establo y granero en la planta baja y bar en la planta alta, y que hoy lo han convertido en un restaurante.
Descubrir artistas locales en Le Calvaire
Donde se bifurca la calle encontramos Le Cavaire. Este edficio, del siglo XVI, se utilizaba para almacenar el grano y la sal, pero ahora sirve para que artistas locales muestren sus obras. La gran cruz de la fachada le da el nombre actual al edificio.
Acercarse hasta la iglesia de Saint Théodule
Si bajamos por la calle de la izquierda llegaremos hasta Sain Théodule. Esta iglesia, del siglo XIII, es famosa por sus nueve campanas. Las originales fueron destruidas en un incendio, salvo la campana de la agonía, la encargada de avisar cuando fallece un vecino. A la izquierda de la iglesia se encuentra el cementerio, y a la derecha sale la calle Charrière des morts, el camino por donde traían a los cuerpos para ser enterrados.
Conocer la curiosa historia del bufón Girard de Chalamala
Chalamala es una forma dialectal del francés chalemelle, un tipo de flauta. El bufón del Conde Pedro IV tocaba la flauta, y por el apodo de Chalamala fue conocido. Contó las hazañas de Claremboz y Bras de Ferde Villars sous Mont en varios poemas cantados. Con respecto a la guerra con Berna, solía decir que el oso (símbolo de Berna) acabaría cocinando la grulla (símbolo de Friburgo) al caldero. Se fecha su muerte en 1349, dejando al Conde como heredero de sus deudas, su máscara y su traje. ¿Tal vez una última broma?
Si volvemos a Le Calvaire y tomamos el camino de la izquierda, llegaremos hasta la mansión Chalamala, que se le atribuye pero fue construida en fecha posterior a su muerte.
Adentrarse en el mundo de Alien
¿Y qué pinta el universo de Alien en medio de un pequeño y encantador pueblo de la montaña suiza? Pues que el diseñador del octavo pasajero, H.R. Giger, es suizo. En el año 1979 ganó el Oscar a los mejores efectos visuales, y con parte de sus ganancias adquirió el cháteau de Saint Germain. Aquí estableció un museo con sus obras y también con su colección privada de arte. La entrada cuesta 12,5 CHF, pero si no queremos visitar el museo, tenemos otra opción. El HR Giger Bar se encuentra poco después de la mansión Chalamala, y cuenta con varios diseños de Giger para la película. Una parada muy friki a la que no nos pudimos resistir.
Descubrir el Tíbet en medio de Suiza
El coleccionista Alain Bordier es un amante de la cultura y el arte tibetano, por lo que logró reunir más de 300 piezas de la región y las expone en el Tibet Museum. La entrada cuesta 10 CHF y completa los museos «frikis» de Gruyères.
Disfrutar de una auténtica fondue de queso suizo
Si visitas el pueblo por la mañana a estas alturas será la hora de comer. Un sitio top para probar la cocina local es Le Chalet. Nada más entrar notamos que el olor del queso impregna todo el local. Las camareras van vestidas con el traje típico y el trato es muy atento. Cuesta encontrar mesa si no tienes reserva, pero como comemos tarde para los horarios suizos no tenemos problema. Dejamos guiarnos por las recomendaciones de la camarera, y nos traen carne seca de Valais, encurtidos y la clásica fondue de queso, que está realmente espectacular. De postre nos pusieron un merengue con doble crema y también estaba muy bueno (aunque saldrás con un subidón de azúcar). Y para ser Suiza no fue caro (unos 35€ persona), por lo que recomendamos mucho este restaurante.
Visitar el Cháteau
Y llegamos al castillo de Gruyère. Se encuentra al final de la calle que recorre la villa, en el punto más alto. El castillo perteneció a varios condes, hasta que el último de ellos tuvo que venderlo por problemas económicos. En 1938 el estado de Friburgo lo compra y lo destina como museo. Así hoy podemos disfrutar de un recorrido por las estancias del castillo, en el que se conservan los muebles originales que utilizaban los condes que lo habitaron. También hay una pequeña colección de arte. La entrada cuesta 10 CHF.
Pasear por los alrededores
El entorno de Gruyères presenta muchos caminos boscosos para pasear. Hay uno, llamado Les Grands Chemins, que bordea el Chateau, y es el que elegimos para apurar nuestra visita en el centro antes de dirigirnos a la fábrica. Como fuimos en otoño la estampa es magnífica, y el paseo, aunque corto, es muy agradable.
Aprender cómo se crean los auténticos quesos de Gruyère
A menos de un kilómetro del centro de Gruyères se encuentra La Maison de Gruyéres. En esta fábrica nos llevarán por las distintas salas de elaboración, donde nos explicarán detenidamente cómo se elabora esta maravilla culinaria.
Se necestian unos 400 litros de leche cruda de vaca para realizar un queso de 35 kg
Al finalizar la visita nos regalan un pequeño estuche con gruyère de 6, 8 y 10 meses. La visita cuesta 7 CHF.
Y hasta aquí nuestra visita por Gruyéres. Os dejamos un mapa con la localización de todas nuestras visitas para que os sea de ayuda.
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