Ruta por los Muíños do Folón e do Picón
Hoy nos vamos hasta el sur de Galicia, al Concello do Rosal, para una nueva jornada de senderismo. En este caso realizamos la ruta por los Muíños do Folón e do Picón, una de las más fotografiables que hemos realizado. Se trata de un pequeño paseo (unos 3,5 kilómetros) por 67 antiguos molinos que se vienen utilizando desde el siglo XVII y que han sido declarados BIC.
Cómo llegar
La ruta parte del área de recepción de visitantes (coordenadas 41.956582, -8.837513), en la que hay abundante zona de aparcamiento.
La Ruta por los Muíños do Folón e do Picón PR-G 94
Comenzamos la etapa visitando el primero de los molinos, que también funciona como caseta de información turística. Si lo encontramos abierto podremos ver cómo es un molino por dentro, aprender el nombre de cada una de sus partes y verlo en funcionamiento.
Seguimos caminando por la zona de los molinos del Folón, que en total son 36, en una suave pendiente. Después de 3 molinos sueltos llegamos hasta el Muíño do Galego, uno de los más grandes que encontramos en la ruta.
La propiedad de los molinos era muy diversa. Estaban los de herdeiros, compartidos por varias familias emparentadas; también los había privados y por último estaban los de maquia, en las que la gente llevaba el cereal y el molinero cobraba una parte de la harina por la molienda.
Cuando empieza la subida más pronunciada nos encontramos con la estampa más característica de la ruta: 22 molinos, divididos en dos grupos, dispuestos en cascada o carreira, de manera que todos podían funcionar a la vez aprovechando el agua que les llegaba del molino anterior (por aquí también hay una cascada, pero en verano suele estar seca).
Al acabar la subida obtenemos un premio: el mirador O Chan da Cereixeira, con una estupenda vista de los molinos, el Miño, Portugal y el Monte Trega.
Si continuamos caminando llegamos a un desvío que nos llevaría hasta la ermita de San Martiño, donde se celebra una importante romería cada 11 de septiembre. Y poco más adelante encontramos otro desvío que conduce hasta unas pozas, un buen plan para cuando el calor aprieta. Por último podemos ver O Nivel, en referencia a la piedra que separaba las aguas del río da Cal para repartirlas equitativamente entre los molinos del Folón y del Picón.
Comenzamos ahora el descenso, donde veremos los 21 molinos del Folón. La pendiente es menos pronunciada, por lo que la imagen es menos espectacular. Por contra, podremos disfrutar de una maravillosa vista del valle del Rosal, cuna de algunos de los mejores albariños de la D.O. Rías Baixas.
Por aquí también podemos fijarnos en las losas, donde aún se pueden ver los cercos que dejaban los carros en su ir y venir por el monte. Casi al final de la bajada encontramos la última sorpresa, un mural dedicado a San Martiño y a los molinos del Picón.
Ya solo queda regresar al Centro de visitantes y dar por finalizada la ruta. En total han sido 3,67 kilómetros de ruta circular, perfecta para hacer con niños. El gps se volvió un poco loco al final, pero el perfil de altura viene siendo simétrico.