Visitando la Cova das Choias
En este blog hemos escrito sobre los numerosos encantos que tiene la Ribeira Sacra: bodegas milenarias, rutas de senderismo, talleres tradicionales, viticultura heroica… Pero lo que vimos en nuestra última visita nos dejó impresionados. ¿Una cueva con musgo luminiscente? Sí, una cueva con musgo luminiscente. La Cova das Choias.
Antes de contar cómo fue nuestra visita, hablemos sobre quién habita esta cueva:
El aláparo
No es seguro rondar por la zona de la cueva solo, ya que aquí habita un monstruo legendario: el aláparo (alláparo, olláparo), un ser mitológico similar a un cíclope, pero que además de un ojo en la frente cuenta con otro en la nuca. Anxel Fole habló del aláparo en su cuento Por us pelos, recogido en el libro Terra Brava. En la cueva pudimos ver su guarida. Las gentes del lugar lograron encerrarlo y bloquear la entrada con una gran roca, pero cuando visitamos la cueva la roca no estaba… (¿un cuento para que los niños no entrasen solos en la cueva y pudiesen perderse? Quizá, pero un poco de mitología siempre mejora una historia).
Schistostega pennata
O musgo luminiscente, principal culpable de nuestra visita a la cueva. Es una especie muy amenazada (de hecho está en la lista roja de especies amenazadas). En España se encuentra en muy pocos lugares, pero tenemos la suerte de que la mayor concentración la podamos ver en la Cova das choias. Necesita espacios en los que no le de la luz directamente, ácidos y con concentración de hierro, por lo que esta antigua mina es un entorno perfecto. Cuenta con unos filamentos (protonema) que recogen la luz y la llevan a los cloroplastos (benditas clases de ciencias naturales), que son los que reflejan la luz en tonos entre verdoso y amarillento (este color es el causante de que a este musgo también se lo conozca como oro de duende). Aunque suena bastante evidente, es muy importante que no lo pisemos cuando visitemos la cueva.
Murciélagos
Dos son las especies protegidas que eligieron la Cova das Choias como su hogar: el murciélago grande de herradura (Rhinolophus ferrumequinum) y el murciélago de cueva (Miniopterus schreibersii), ambas amenazadas. Para protegerlos, sobre todo en la época de cría, se han limitado las visitas a la cueva a la época estival y únicamente con guía (podéis anotaros entrando en la web del concello).
Nuestra visita a la Cova das Choias
Como os comentábamos en el último párrafo, solo es posible visitar la cueva con una de las visitas guiadas que organiza el concello. La reservamos con mucha antelación (imprescindible, las visitas están muy demandadas) y aprovechamos el fin de semana para conocer más cosas del concello, como la Ruta da Castaña e do Mel y las Bodegas Milenarias de Vilachá.
Para llegar hasta la cueva, primero quedamos con la guía frente la plaza del Concello. Desde allí se dirige en su coche a una zona aparcamiento próxima a la cueva, y nosotros la seguimos detrás en el nuestro.
Aparcamos en la zona de Biduedo y caminamos unos 10 minutos atravesando un bosque autóctono hasta llegar a la cueva. De camino la guía nos fue contando parte de la historia de la cueva. Así descubrimos que su nombre viene un pájaro de la familia de los córvidos. Las choias (Pyrrhocorax pyrrhocorax, chovas en castellano) son unos pájaros que habitaron la cueva. Hubo un tiempo en el que se pensó que la habían abandonado, pero parece que poco a poco han vuelto, ya que en el suelo de la cueva pudimos ver varias plumas. De camino también vimos la antigua herrería de Biduedo, que era a donde llevaban el hierro que se extraía de la cueva.
Cuando llegamos a la entrada de la cueva vemos que tiene un vallado de madera. Este se puso debido a la alta afluencia de visitantes, lo que provocó un deterioro del musgo. Una vez dentro vemos lo inmensa que es en comparación a lo pequeña que parece desde fuera (nos sentimos un poco como en Jurassic Park).
Dentro nos enseñan la entrada a la guarida del Aláparo (que os mostramos antes). También vemos el musgo luminiscente, el cual vamos esquivando para no pisar (cómo tendría que haber sido esta cueva toda llena de este musgo). Y, por último, nos acercamos al lugar donde se encuentran las colonias de murciélagos. Cuando nos aproximamos podemos escuchar el ruido que emiten, pero solo al iluminar una pequeña zona vemos que son muchísimos los murciélagos que anidan en la cueva.
Y así finaliza la visita. Ya solo queda sacar unas últimas fotos y regresar al coche. La Cova das Choias es algo que os recomendamos visitar, ya que las fotos no hacen justicia a lo que impresiona en directo, pero como no se puede visitar hasta verano, podéis poner una alarma enlazada a la página web del concello de A Pobra do Brollón.