Necroturismo

Visita al cementerio de Cangas do Morrazo

en
23 febrero, 2024

Hoy vamos a hacer una visita al cementerio de Cangas do Morrazo. Otra experiencia de necroturismo en un camposanto que guarda muchas historias curiosas de las hemos elegido cinco. Empezaremos por un héroe militar. Continuaremos con una mujer que rompió moldes.  Seguimos con la de un represaliado de la dictadura que fue el origen de un precioso libro. Desdramatizamos la visita con una historia bizarra y finalizamos con una joya arquitectónica que por sí sola compensa la visita. 

La de un héroe sin medalla, Agustín Jáuregui Abellás

En 1958 se estaba librando una guerra no declarada entre España y Marruecos, la llamada Guerra de Ifni-Sahara. El 15 de enero el ejército marroquí (ALN) fracasó en su ofensiva contra los españoles en El Aaiún. Al día siguiente 5 compañías españolas salieron en misión de reconocimiento, localizando la base del ALN pero sufriendo una emboscada, conocida como la Batalla de Edchera. El ejército español sufría el ataque por los flancos y por el frente. Para cubrir la retirada del grueso de las tropas, varios legionarios dieron su vida, entre ellos el capitán Agustín Jáuregui Abellás, cuyos restos reposan en el cementerio de Cangas a la espera de una condecoración muy solicitada pero que todavía no ha llegado.

La miss galeguista, Emilia Docet Ríos

Lo que hoy conocemos como el concurso de Miss Universo nace del desafió de Estados Unidos a Europa en 1929 por encontrar a la mujer más bella del mundo. Para elegir a las candidatas cada país organizó su propio concurso, que en España se llamó Señorita España. Habría que esperar a la segunda edición para que una gallega, Emilia Docet, se alzase con el título de mujer más bella de España. Pero Emilia era mucho más que una mujer de una gran belleza. Llevó a cabo acciones políticas, como ser la primera mujer en participar en el Mitín das Arengas, en 1934, o presionar al ministro de agricultura republicano de la época para levantar el embargo a 7.000 campesinos avalistas de un préstamo concedido en la época de Primo de Rivera. Por todo ello el Partido Galeguista, del que era afiliada, la eligió como uno de sus símbolos.

La que dio lugar a una triste joya literaria

La tumba de Silveria Lagoa Lagos, suegra de quien hablaremos a continuación, se encuentra en el cementerio de Cangas. Silveria se casó con Vicente Nogueiras (quien llegó a ser concejal), con quien tuvo un hijo y cuatro de hijas. Una de ellas, Alejandra, trabajaba en la panadería familiar. Allí fue donde la conoció José Mejuto y donde se enamoró de ella. Se casaron en 1930, tuvieron cuatro hijos y fundaron en 1934 un taller mecánico para barcos en el pueblo.

El inicio de la Guerra Civil pondría punto y final a su época de felicidad. Mejuto reclamó una deuda a un familiar, quien para librarse del pago lo denunció. Fue acusado de republicano, de comunista y de rebelión. Mientras esperaba la condena en la Isla de San Simón, Mejuto escribió 34 cartas que fue enviando a su familia. En el juicio fue sentenciado a muerte. Lo fusilaron en 1937 y Alejandra juntó sus restos, los enterró en el cementerio de San Mauro en Pontevedra y emigró a Argentina junto a sus hijos, pues no quería vivir junto a quien había condenado a su marido. Una nieta encontró las cartas y se propuso editarlas para honrar la memoria de su difunto abuelo. La obra se llama Cartas de un condenado a muerte (ISBN 8489323917) y las cartas originales se guardan en la Real Academia Galega. Una lectura muy recomendable.

 

La del camello del barrio: el Osario 

No solo a honrar a sus muertos vienen los vecinos de Cangas. Por lo visto también lo tienen hecho para colocarse. O eso al menos es lo que denunciaban los políticos de la época. En 1979 el concejal Ángel Villar denunció que varios drogadictos robaban los huesos del osario, los lavaban, los machacaban y los mezclaban con hachís para lograr un viaje a otro mundo. Una noticia estrambótica de la que o dejamos el enlace.

 

El de la estrella monumental del cementerio

Y es que la auténtica joya monumental del cementerio es el conocido como Panteón de Ranqueta. Se trata de la tumba de Joaquín Francisco Graña y de Bernardo Fandiño, pero se conoce más por su escultor, José Cerviño García, quien también os puede sonar por crear el Cruceiro de Io. En el camposanto lo que vemos es una obra recargada, donde destacan las columnas salomónicas y la increíble finura con la que realiza los paños. Las fotos no le hacen justicia, pero os dejamos una para que empecéis a vislumbran la genialidad que creó Cerviño para Cangas.

Hasta aquí nuestra visita al cementerio de Cangas do Morrazo. Nosotros la realizamos con la guía Patri Novas. A través de este enlace puedes contratar una visita guiada que merece mucho la pena si, como nosotros, eres una amante del necroturismo.

 

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